La impotencia del rey Enrique IV de Castilla
Entre los mitos de los reyes de la historia de España, está la impotencia del rey Enrique IV de Castilla. ¿Qué sabes de ello?
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En los libros de Historia se ha marcado siempre al monarca castellano del siglo XV Enrique IV como el Impotente. A su muerte entregó el trono a su hermanastra, la renombrada Isabel la Católica. Tuvo un reinado que se resume en un calificativo burlón sobre su ridícula virilidad. Su supuesta capacidad reproductora e impotencia estuvo en duda en esas épocas, donde se requería engendrar a un heredero varón más que ganar una batalla.
Los rumores sobre su salud, su orientación sexual y su mal rendimiento en el lecho conyugal, fueron decisivo en la política de Castilla. Legó oficialmente a una hija, Juana de Beltraneja, que además se presume que nació de una relación adúltera de la reina, sin haber dado ningún heredero varón y provocando conflictos sucesorios.
Su primer matrimonio
Cuando sólo tenía quince (15) años, Enrique IV se casó con Blanca de Navarra en un matrimonio acordado como la Concordia de Toledo. Según ese pacto los reyes de Navarra, Castilla y Aragón ponían fin a la guerra que mantenían.
El matrimonio fue en ese momento una especie de sello al pacto. De la unión no nacieron hijos, por lo que cuando los intereses políticos cambiaron, no hubo dificultades en disolver el lazo matrimonial, alegándose que no se había consumado el matrimonio, incluyendo también un conjuro mágico en el relato.
Los chismes de la época
Los cronistas del momento refirieron los rechazos de Enrique IV a su segunda esposa, Juana de Portugal. Hicieron públicos los rumores que decían que ya desde la niñez se manifestaba su futura impotencia y sobre las desdichas de la reina que nunca había encontrado el goce matrimonial.
Muchos historiadores y médicos opinaron a lo largo de la historia sobre este tema, que se extendió a comentarios callejeros, cánticos e impresiones de los viajeros y coincidiendo en la impotencia del monarca.
Estudios posteriores
En la Universidad de Alcalá se estudiaron los recetarios médicos de la época, donde figuraban todas las afecciones que Enrique IV había sufrido en su vida, y la suma de enfermedades sufridas nunca incluyeron una disfunción sexual tratada por los médicos. Los diagnósticos que se habrían realizado y las conclusiones a las que se había arribado no eran tan certeras como se había creído.
Los medicamentos mencionados por el boticario real incluyen 71 medicamentos suministrados al rey, que reflejan la relación con las enfermedades habituales de la época que le afectaron.
Según esa lista se desprende que tenía molestias estomacales, gota, retención de orina, dolores de muelas. Pero, las tan mencionadas e hipotéticas inhibiciones sexuales se considera que fueron divagaciones que no pueden ser demostradas.
Las llagas vergonzosas
Lo que sí puede ser demostrado en concreto según esos listados es que tenía un tratamiento para las “llagas vergonzosas”, lo que excluye definitivamente la inhibición sexual que se atribuyó siempre al monarca castellano.
Las llagas vergonzosas corresponden a diversas enfermedades de transmisión sexual con mujeres prostitutas o con cierta promiscuidad. Lo que apunta a que claramente tuvo relaciones sexuales.
Es muy probable que el rey tuviera también relaciones homosexuales, como rezaban los cantares pueblerinos de la época. Lo que importa es que los intereses de los reyes eran los que primaban, a costa de cualquiera que fuera la orientación sexual de los monarcas.
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